Entre la libertad de nuestros pasos, el resguardo donde nos cobijamos, para encontrarnos.

viernes, 25 de diciembre de 2009

Por qué tendría que gustarme la Navidad

Época de corazones abiertos, espontáneos soliloquios de por qué nos queremos los unos a los otros, mensajes de texto, llamados telefónicos en todo momento, qué placer de cariño y espíritu coloquial.

La Navidad para mí empieza el viernes previo, cuando mi marido anuncia que va a estar toda la semana en casa: "La empresa se toma unos días por organizaciones internas- nos dice- y yo me quedo toda la semana con ustedes."
Ahí comienza nuestra alegría.
Toda la semana para atender sus necesidades y estar en alerta.
Mientras, yo sigo con lo cotidiano, el trabajo, los regalos, la romería en que la calle se transforma, las compras para la cena, armar el árbol, porque los chicos este año no tienen tiempo, más mi marido.
La Semana Buena insiste con llamadas de parientes colaboradores en esto del qué llevo.
Qué gran ayuda, cuando la contribución desde la pregunta me hace pensar y pensar cómo organizaré, una vez más, esta maravillosa fiesta del amor cristiano.
Entonces armo una grilla mental con la que espero no olvidarme de nada, para que esa noche no falte lo esencial.
Como mis parientes son algo mayores, el teléfono suena compulsivamente todo el día, para repetirme, como en una lección, qué lleva cada quien, para reafirmar la memoria, que a veces falla.
En mi familia la abundancia es símbolo Navideño, así que todos insisten en traer todo: bolsas de pan, variedad de pandulces, casero a la crema, con frutas, sin frutas. Nos llenamos de helados, porque, como dice cada uno, no hay como el de mi cuadra, y se trae el kilo bajo el brazo, a riesgo de que no haya heladera que alcance para guardar tantos.

Al fin llega el día tan esperado y todos están convocados a las nueve.
Siete y media suena el timbre. La tía, que no hay remises más tarde, querida, pero vengo así te doy una mano. Qué gesto encantador, cuando todo está por hacerse. Yo teñida de negro por el carbón, porque decidido, hacemos un asado, y ahí está frente a mí, esa voluntad de casi noventa años, queriendo ayudarme, cuando casi no puede estar parada. un gesto bello, que acomodo en la silla, y entretengo con conversación amena, no sabiendo si llegaré a bañarme , perfumarme y cambiarme para la hora señalada.
Nueve en punto, mi hermano cae con el perro, un ovejero alemán de pelo largo, que tiene miedo a los cohetes, así que, cómo lo va a dejar solo. Qué venga nomás. Es Navidad.
Apenas llegado, mea en la cocina, uy, dame que te limpio, nunca hace esto, es que marca territorio. Claro. Con mis tres perros, el territorio es una cosa que hay que marcar.
Con todo presentes, una piensa, qué lindo, todos juntos, una vez más, disfrutando de estar vivos, hasta que a mi hija, cuando vas vos a la casita del mar, le pregunta al tío, y él, ahhh, pero yo justo tenía libre esa semana, y que cómo hacemos, porque voy con gente, uf, ya no puedo cambiarlo. Nadie habla, miradas fulminantes. Hasta que mi madre, con voz de comunicado nacional, que la casa es mía y desde ya les advierto que para Abril ... Ahí salta mi hermano con que, qué tiene que ver Abril, si el problema es Enero, vos siempre con la nota. Pero como en Navidad todo es armonía, paz y amor, nada empaña el tono festivo, porque mi padre, sabiamente, qué rica morcilla, dice, y todos raudamente nos acoplamos al comentario, hasta que pasó todo con un, bueno, ya se verá.
Para mí, el mejor momento es el de los regalos. Ahí pienso en los contrastes, y, ups, yo creía que era un detalle, cuando veo que alguien trajo bolsas que no caben bajo el árbol, mientras recuerdo que no conseguí nada para los varones, por falta de tiempo. En fin, todos contentos con medias nuevas, bombachas rosadas, y objetos inútiles que jamás vamos a usar.
Hacia el final de la noche, nadie quiere llevarse nada. Qué bueno. Montañas de comida, toda para nosotros, que somos cuatro.
Por suerte, lo mejor de la Navidad, es que pasa.


3 comentarios:

Luli Dibuja dijo...

jajajaja
es muy bueno !
lo que más se destaca es la magnitud de tu espiritu festivo che!
al final si soy una de las malas del cuento...
las miradas fulminantes de quién eran?! yo no miré a nadie "fulminantemente"!XD

Buscar dijo...

Las miradas fulminantes no eran las tuyas...

Le dijo...

Que bueno procesar lo enevitable de la Navidad de esta manera tuya, creativamente. Pensando digo: el problema no estará en la abundancia?
Y si el año que viene la propuesta es traigan lo mínimo indispensable para pasar un buena Navidad, incluso si alguno lo personaliza por ahí hasta se autoexcluye!!(qué mala me siento! pero ya lo escribí!)ops!